En estos tiempos he conocido de varios casos de personas que de un momento a otro han partido de este plano. Unos por accidente o muerte violenta y otros por enfermedades que rápidamente concluyen en el paso a otra vida.
Este tipo de noticias me llevan a reflexionar y a cuestionarme cómo estoy viviendo.
Como conversamos con el autor del libro "Morir sin miedo y sin dolor", estamos acostumbrados a omitir la muerte, a pensar que jamás llegará. Y no se trata de obsesionarnos con pensar en ella, sino que se trata de aprender que nunca se sabe cuando será nuestro momento de partir y por lo tanto nos corresponde aprender a vivir a plenitud.
¿Cómo se puede vivir a plenitud? quiero dejar unas cuantas reflexiones al respecto en esta nueva entrada de mi blog.
Vivir a plenitud no se trata de salir corriendo a comerse el mundo ni de completar una lista de locuras que algún día pudimos hacer pero no hicimos.
Hasta donde voy en mi aprendizaje en esta experiencia humana, la vida a plenitud solo se puede lograr elevando nuestra vibración. ¿Cómo así? fácil, eso significa que procuremos hacer siempre lo que nos apasiona, con conciencia y con amor.
Por supuesto que la vida es un misterio y que nos iremos de este plano cuando hayamos cumplido con el destino que teníamos trazado desde el alma.
Nuestra responsabilidad consiste en descubrir ese mágico destino para el cual fuimos creados y actuar en consecuencia, caminando con alegría y gratitud en cada paso.
De manera que es fundamental que nos veamos hacia adentro, a nuestro mundo interior, a nuestro potencial, que sanemos las heridas del pasado y vayamos ligeros de equipaje, fluyendo con gracia en un proyecto de vida que nos llene de ganas de levantarnos cada día.
Saber quiénes somos, saber qué es lo que nos apasiona y hacerlo nos lleva necesariamente a vivir a plenitud.
Ello no quiere decir que estamos libres de cualquier aprendizaje o de situaciones no tan lindas. A veces tendremos que cruzar por momentos que nos enseñarán nuevas cosas para que sigamos cada vez mejor en nuestro camino de vivir a plenitud.
1. Dejar de renegar.
Todo lo que viene a nuestra vida llega por algún motivo, tiene un porqué y un para qué. De manera que en vez de renegar, de maldecir o de poner la cara de uva pasa, podemos abrirnos a recibir lo que viene, adaptándonos a cada circunstancia con sabiduría.
2. Dejar de compararnos.
Cada uno de nosotros vino a este mundo con su propio paquete de habilidades y características, con sus dones, con su camino de aprendizaje y con sus propios tiempos. Así que compararnos con los demás para asegurarnos de que estemos a la par o de que hacemos lo mismo que los otros, es una completa tontería.
3. Disfrutar el presente.
Todo lo que tenemos es siempre el presente. El pasado ya se fue, el futuro no ha llegado. Nos martirizamos mucho pensando en lo que pudo ser y no fue, cuando en realidad lo que no pasó como queríamos es porque no nos correspondía. También desperdiciamos nuestra valiosa energía en pensar en lo que vendrá, muchas veces con miedo del futuro, cuando la verdad es que la mayoría de las cosas terribles que imaginamos jamás ocurrirán.
Vivir el presente con todo lo que tiene de agradable y no tan agradable es parte de aprender a dejar que el universo opere en su inmensa sabiduría.
Que cada día sea un nuevo reto que asumamos con alegría, amor y sabiduría.
Publicado en Filosofía de vida, Bienestar y felicidad
Ver aquí POLÍTICA DE PROTECCIÓN DE DATOS