Como les compartía en la primera parte de este artículo, hay bastantes “corazones rotos” por ahí y esto tiene que ver, en muy buena medida, con conceptos inconscientes y equivocados acerca de los roles femeninos y masculinos.
Quiero ahondar un poco en dos roles femeninos y masculinos que son equivocados. Los he llamado los “patanes” y las “princesas”. Estos dos personajes se relacionan en pareja desde sus inconscientes y establecen relaciones afectivas que para nada los dejan crecer o los complementan. Como dije en la parte 1, la idea no es juzgar a nadie sino tomar conciencia. Aclaro de nuevo que quise etiquetar a estas personas con los nombres de "patanes" y "princesas", para facilitar su identificación, especialmente para quienes quieren protegerse de relaciones tóxicas...
Las mujeres que he llamado princesas, son las que confunden ilusión o manipulación, con el verdadero amor. Estas mujeres se identifican porque tienen una notoria falta de carácter, andan buscando la aprobación afuera, van complaciendo en todo a su pareja y típicamente usan lenguajes lastimeros (de lástima) o también de culpa.
He encontrado básicamente dos tipos de mujeres-princesas. Hay unas que son las que denomino las princesas tipo “niña buena” y otras que son las que llamo princesas tipo “pobrecita yo”. Ambas son muy similares en algunos aspectos, aunque tienen ciertos detalles que las diferencian.
Las princesas de tipo “niña buena”, son las que se comportan como las niñas buenas de los cuentos de hadas, que se caracterizan porque son encantadoras y bastante ingenuas. Andan por ahí soñando con el momento en que un príncipe azul las escoja como pareja. Por eso se ilusionan fácilmente con cualquier candidato que aparece. De hecho, idealizan al hombre de tal forma que se ciegan por completo y pierden la noción de quién es en realidad ese “príncipe”. Todo esto las lleva a establecer relaciones afectivas de dependencia.
En tanto que las mujeres-princesas tipo “pobrecita yo” no son necesariamente ingenuas. Más bien, se han vuelto expertas en victimizarse y esperan que un príncipe azul llegue a rescatarlas de lo que ellas ven como una “vida desgraciada” (un tipo de vida que, en muchas ocasiones, ni siquiera coincide con la realidad que experimentan).
Es muy común que estas mujeres se pongan la máscara de víctimas desde el comienzo de la relación afectiva, cuando el hombre se les acerca o cuando están en plena fase de enamoramiento.
Esto lo hacen, comúnmente, mediante charlas en donde relatan todos sus pesares, llegando hasta exagerar sobre sus problemas personales. Lo que buscan es llamar la atención del hombre a través de la compasión y que él decida salvarlas de esa vida que llevan.
Igualmente, existen algunas “pobrecita yo” que andan buscando al príncipe azul porque tienen miedo de conseguir el sustento económico o tienen miedo de asumir su propia vida. Por ese motivo es que buscan a alguien que les dé seguridad material o emocional. Este es el caso de mi ex compañera de trabajo (la historia que conté en Ni patanes, ni princesas 1).
Así como las “niñas buenas”, también las mujeres tipo “pobrecita yo” idealizan al hombre y establecen relaciones dependientes.
Los hombres que denomino "patanes", son los que sustituyen el amor por el control y el maltrato. ¿Qué significa eso? Lo que significa es que estos hombres se acercan a la mujer con un objetivo que es, supuestamente, el de salvarla o rescatarla, pero terminan haciendo una negociación tácita en donde esa salvación se realiza a cambio de algo.
Entre los patanes se encuentran varios niveles, desde los controladores hasta los misóginos, que son los más peligrosos.
En general, los patanes no observan a la mujer como una persona con quien se van a complementar en pareja, sino que más bien la ven como un objeto que satisface sus necesidades. Paradójicamente, esas necesidades están relacionadas con su seguridad, es decir con la seguridad del "patán".
En efecto, estos hombres se acercan para “salvar” o “rescatar” a la mujer, pero en realidad son ellos quienes están buscando sentirse seguros y se apoyan en la mujer para lograr su objetivo.
La forma más sencilla de identificar un patán es porque llega a conquistar a la mujer con actitudes
controladoras desde el principio. En temas como los horarios de ella o sus actividades o sus amistades.
Estas claras señales de control, son interpretadas por la mujer como expresiones de afecto o muestras de caballerosidad.
Incluso, son actitudes recibidas con gran alegría por parte de las “princesas”, que en medio de su idealización del hombre, sienten que esas son pruebas de amor.
Poco a poco la mujer comienza a seguir algunos caprichos a este hombre. Con el pasar del tiempo en la relación, ella termina siguiéndole todos los caprichos al "patán" porque quiere complacerlo y "evitar conflictos". De manera que el control aumenta cada día más, hasta que la relación se convierte en una relación de co-dependencia que daña la autoestima de la mujer y alimenta el ego del hombre.
Hay patanes que se comportan de forma desconsiderada y controladora porque en el fondo de su corazón, guardan un gran rencor hacia la mujer. Sin embargo, hay patanes que admiran a la mujer , pero que su ambivalencia consiste en que simultáneamente la "aman" y la necesitan. Estos hombres tienen mucho miedo de ser rechazados o de ser abandonados. A este último tipo de "patanes" se les conoce como misóginos.
Los hombres misóginos, en general, no se sienten atraídos por las mujeres princesas tipo “pobrecita yo” sino por las mujeres-princesas tipo “niña buena". Especialmente las mujeres que han logrado ser independientes en lo económico, pero que simultáneamente idealizan al hombre y guardan la ilusión del príncipe azul.
El misógino se acerca con diplomacia y astucia, es galante y caballeroso. Poco a poco, con sutileza, avanza hacia lograr controlar a la mujer de todas las formas posibles. Su meta es llegar a ser el único centro de atención en la vida de la mujer. Con ello, el hombre alimenta su ego y va aniquilando paulatinamente la autoestima de la mujer.
De hecho es bastante peligroso para una mujer estar en relación con un misógino. Quizá lo más terrible es que es un tipo de hombre que buscará retener a la mujer a su lado, cueste lo que cueste.
Si una mujer cae en las garras del misógino, tendrá que lidiar con muchas manipulaciones y mentiras, que buscarán que nada ni nadie se atraviese en sus deseos de conservar la relación de pareja.
En primer lugar, no hay que juzgarlos. Se trata de observar y tomar conciencia.
Es importante saber que tanto patanes como princesas tienen esa tendencia en su manera de relacionarse con el sexo opuesto, debido a que inconscientemente creen que esa es la única forma que existe para estar en pareja. Sería muy útil que estas personas comprendan que hay otras formas de relacionarse que son mucho más placenteras y sanas.
Todas estas personas podrían solucionar sus vacíos del alma y sanar sus heridas de autoestima, mediante un trabajo de autoconocimiento, con la ayuda de un buen terapeuta o con otras técnicas como la meditación.
El primer paso para cambiar, consiste en aceptar que están en relaciones tóxicas o que están en peligro de caer en ellas.
Por otro lado, si lo que se quiere es evitar que alguien llegue a convertirse en una “princesa” o en un “patán”, la mejor manera de garantizarlo es mediante una buena formación de la autoestima, educando seres humanos que sean capaces de asumir su propia vida con autenticidad para que puedan amar de verdad.
Hay que recordar que toda relación afectiva se forma desde el amor verdadero, para complementarse, para construir un proyecto de vida conjunto y para apoyarse mutuamente en las metas de vida que tiene cada miembro de la pareja. Por ningún motivo una relación afectiva es para menoscabar la autoestima de alguno de los miembros de la pareja o para depender el uno del otro.
Por último, les dejo la invitación para desmitificar ese cuento de que la relación de pareja es de dos “medias naranjas” que se encuentran. Al contrario, una relación de pareja se forma con dos “naranjas completas” que disfrutan la vida y crecen juntos cada día.
En este libro, Osho hace una claridad sobre qué es el amor verdadero. Considero que esta lectura puede ser de gran utilidad para quienes han estado confundidos sobre qué es amar.
Osho también explica ampliamente en este libro, que todo ser humano debe sanar su relación con sus padres porque de lo contrario no se podría establecer ninguna relación de pareja sana.
Con quién me caso, qué tener en cuenta para elegir mi pareja.
En este video, de un pastor cristiano, se muestran unas ideas valiosas, para reflexionar sobre las relaciones de pareja. Independientemente de la religión que cada uno quiera profesar, considero que son muy interesantes los planteamientos que, con mucho sentido del humor, hace Marcos Witt en esta charla.
Publicado en Afecto y amor
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